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Sobreviví a un Narcisista 

Sobreviví a un Narcisista 

Por Alin González


Instagram @alingomx





El día que toqué fondo iba manejando, acababa de dejar a mis hijos en la escuela, después de desayunar con prisa en el coche. Mi cita con él a las 9 en Polanco me obligó a hacer ajustes creativos de rutas y rutinas. Con él siempre corría y siempre me preocupaba, ansiosa de satisfacer los caprichos de un ego intolerante que vivía la vida atrapado en una perspectiva individualista. Cualquier error cometido y me topaba con reproches amargos y ésta no fue la excepción. Le llamé mortificada para explicarle que llegaría con 15 minutos de retraso y respondió como era ya de esperarse. Nunca me agredió físicamente pero sus gritos constantes y sus palabras hirientes taladraban mi alma.


Entre risas burlonas me dijo: “no, así no me sirve tu ayuda, ya regrésate , no te necesito”.

Un espasmo que ahora reconozco como VALOR, recorrió todo mi cuerpo, respiré profundo y grité con todas mis fuerzas ¡TE ODIO! y comencé a decir muchas cosas, enojada fuera de mi, por fin podía enfrentarlo, por fin pude externar todo lo que no me había atrevido a decirle. Le remarqué lo indolente, lo egoísta y lo misógino que es, solo escuchaba que él decía eres una ridícula, por eso nadie te quiere, por eso yo ya no te aguanto, se reía y eso me iba dando más fuerza para enfrentarlo. Al final el solo dijo: ¿ves? eres una loca. Rió y colgó.


Todo se aclaró estaba en el peor de los infiernos y por fin veía la salida.

Ese día, también me desconecté. Por fin me liberé.

Cancelé mi cuenta de correo electrónico y cambié mi número de teléfono, para cerrarle la puerta de mi vida, porque sabía que en cuestión de horas él regresaría con un argumento muy convincente a decirme que a veces no medía, pues mis acciones lo lastimaban y lo sacaban de sus cabales, pero que sabía que eso no estaba bien y que me amaba.

Me acerqué a mi familia y les pedí ayuda, no me permitan regresar, ayúdenme a no ceder más, les dije. Y me hicieron una gran labor de soporte.


Siempre desde que estuve a su lado pensé que sin él no iba a poder superarme y salir adelante, pues siempre sus mensajes eran: sí muy bien, te ayudo pero pues esa idea tuya es tonta, ese producto es chafa, eso nadie lo necesita, tu no sabes trabajar, ya ni le muevas, a ver yo te pago tus cosas porque lo que quieres es que te mantenga…

Siempre palabras hirientes, siempre mensajes duales de te apoyo porque te amo y soy honesto porque es mi obligación como tu pareja hacerte ver que la estás cagando.


Me llevaba de la gloria al infierno en segundos, me hacía sentir su mujer, con la que había formado una familia y a la que amaba profundamente pero cuando algo no era como él quería yo no era mas que un estorbo, una arrimada, una mantenida, pues decidí dejar de trabajar y dedicarme a nuestros tres hijos (dos míos y una de él que vivía con nosotros), para formar un hogar y adoptar el rol de mujer que él tanto necesitaba. Yo quería salvarlo todo el tiempo de su infelicidad.


Cuando lo conocí apenas llevaba muy poco de haberme divorciado del papá de mi segundo hijo, él llegó a darme comprensión, él tenía la misma situación que yo y jalábamos por el mismo camino de recuperación, caray, éramos almas gemelas. Su forma de hablar, su forma de salir adelante, el cariño con el que decía cuidar a su hija y de protegerla, lo fui admirando, es muy guapo, es muy carismático, escucha a los demás, les da su tiempo, siempre está al servicio de los que lo necesitan, un gran hombre, y ese gran hombre se había fijado en mi, una mujer que en ese momento estaba desvalorizada, sin rumbo, sintiéndose que nadie nunca mas la iba a querer, una mujer con el autoestima destruida: su presa favorita.


“Los pequeños actos perversos son tan cotidianos que parecen normales. Empiezan con una sencilla falta de respeto, con una pequeña mentira o sutil manipulación. Pero sólo los encontramos insoportables si nos afectan directamente. Luego, si el grupo social en el que aparecen (familia, compañeros de trabajo…) no reacciona, estos actos se transforman progresivamente en verdaderas conductas perversas que tienen graves consecuencias para la salud psicológica de las víctimas. Al no tener la seguridad de que serán comprendidas, las víctimas callan y sufren en silencio.” (Xavier Oñate Pujol), en:


La primera vez que lo vi reaccionar como lo que es, no fue conmigo, fue con su mamá, una señora ya muy mayor que se atrevió a cuestionarlo y no le importó que yo estuviera ahí, con su gran altura y corpulencia (es un tipo muy alto), se puso delante de ella y le gritó directamente a la cara, muy cerca de ella, con una voz estruendosa, se transformó, sentí pánico, no pude ni hablar , salimos de su casa y en el coche se disculpó. Según él no sabía qué había pasado, seguramente el tema de trabajo lo tenía así. Más tarde se disculparía con su mamá. Ahí, mi instinto de supervivencia me dijo: CORRE y me traicioné. Me quedé, no escuché a mi instinto.


Fue cuestión de meses para que viviéramos juntos, con mis hijos, con su hija, todo iba bien, o eso creía. A veces, se enojaba por cosas de la casa, por comida, por su ropa, pensaba, es normal, nos estamos acoplando. Pero siempre había algo que no encajaba: eran las mascotas, eran los vecinos, eran mis hijos, pero nunca a nadie enfrentaba, siempre de alguna manera todo acababa siendo mi culpa, todo lo tenía que resolver y si no lo hacía, sus palabras y sus gritos me dejaban sin armas, me aplastaba cada día más. Comenzó a meterse ahora con mi hijo mas pequeño, y sacó la verdadera forma en la que trataba a su hija, cruel, déspota, indolente. La llenaba de opiniones horribles contra su mamá, y yo no podía decirle nada porque yo que iba a saber de educar hijos, si mi vida era un fracaso.


Íntimamente no podía negarme, si eso pasaba, eran días sin dirigirme la palabra y cuando tocaba el tema me decía que yo estaba provocando que él se fuera y tal vez hasta encontrara a alguien mas para lo sexual y que no me quejara después, me amenazaba con eso, y con perder el interés en mi. Si yo me defendía o exponía mi punto siempre era una ridícula, dramática, neurótica, loca… Evidentemente jamás llegué a sentir que él sintiera empatía alguna vez por mi. Una de las cosas que mas me marcó y me dolieron fue cuando en una charla me dijo que siempre había tenido novias muy guapas, pero que conmigo era diferente. Entonces, me fijé ya en otras cosas. ¡TOING! y me la compré: no soy tan guapa.


Comencé a darme cuenta que cuando me enfermaba de gripa me cuidaba mucho, cuando yo enfermaba él no se metía conmigo y mostraba una verdadera preocupación. Así, durante 4 años me la pasé enferma de algo, de lo que fuera, con tal de que me diera un poco de ese cariño que necesitaba de él. Pasaba la enfermedad y me cobraba las medicinas o las consultas y si no llegaba a tener dinero me exigía que le pidiera a mis papás porque ni casados estábamos y él no tenía porque hacerse cargo de esas cosas. Un día logré tomar valor e irme de la casa, saqué mis cosas, me fui, me decidí, pero me encontró, convenciéndome de que esta vez sería diferente, que si los dos le echábamos ganas todo sería mejor. Y cedí. Por un tiempo así fue, pero a los pocos, muy pocos meses, todo se puso peor, pues ahora siempre el chantaje era: no sabes ser pareja porque (lo cito) huyes como las ratas cuando el barco se hunde. Comenzó a gritarme frente a los niños, cada vez más, comenzó a ser más intolerante con ellos sobre todo el más pequeño, así que en esa casa debíamos estar en silencio, todos los días era pedirle a mi bebé que no gritara, que no cantara, que no jugara porque él estaba ahí, y no sabía como iba a reaccionar. Vivíamos con miedo.


Mi segunda oportunidad de escapar me la dio él, por un pleito muy grande. Una noche muy enojado me corrió de nuestra casa, me dijo: toma tus chingaderas y lárgate, mis hijos escucharon, me quitó las tarjetas, las rompió, sacó la llave de la casa de mi llavero y me quitó el coche, a ver como te vas, pero te largas. No me iba sola. Él nunca pensó en mis hijos.


No me dejó sacar nada de ropa, dormí con mi hijo mayor quien lloraba y me decía ¿a dónde vamos a ir mamá? No tuve el valor de decirle todo va a estar bien, porque yo me sentía igual de vulnerable que el niño.


Al otro día por la mañana, yo ya había arreglado mi salida de ahí, mis hijos se iban a la escuela, y cuando salieron de sus recámaras traían cada uno una maletita, con ropa y juguetes, y el pequeño me dijo, estamos listos. Eso me dio fuerza, y sí, por fin me fui de ahí para siempre.


Pasaron dos meses, yo ya tenía un depa nuevo, lo iba amueblando poco a poco, ya tenía refri y camas, estábamos en paz, muy tranquilos, cuando un día, recibí un mail de él. Nunca debí abrirlo.


Volví a dejarlo entrar en mi vida, conoció mi depa, vio que mi negocio iba creciendo, yo estaba más fuerte ahora, aceptó ir a terapia, no regresamos a vivir juntos, pues él me decía que no, que ahora lo haríamos diferente. Y así fue.

Yo no podría verlo cuando yo quisiera, porque el estaba demasiado ocupado, era a sus tiempos, como él lo dijera, y cada que discutíamos, venía el reproche de: te fuiste y me traicionaste porque en ese pleito no me puse de su lado y no le di la razón, entonces yo ahora era una traidora y que si alguien había causado la separación era yo. En fin, gracias a dios fuimos a terapia, ahí él terapeuta luego de unas sesiones juntos me dijo, a la siguiente vienes tu sola, y así fue. Me dijo que como terapeuta no me iba a decir que lo dejara pero si me tenía que decir que yo estaba en peligro, que las características de ese hombre eran las de un narcisista y que yo estaba sufriendo de abuso emocional o abuso psicológico, me dijo que leyera el siguiente articulo y me paralicé pues en los síntomas del síndrome de víctima narcisista encajaba en todas.

Nos seguía viendo juntos pero a mí por separado, a él jamás lo citó, no se por qué.


Los narcisistas utilizan un lenguaje diseñado específicamente para lograr que sus víctimas:

  • Cuestionen su propia cordura

  • Le tengan desconfianza aquellos que los apoyan, es decir, la familia, los padres

  • Sentirse abandonados, como si sólo el narcisista se preocupara por ellos

  • Sentirse inútil

  • No darse ningún crédito por su trabajo duro

  • Dudar de su capacidad para pensar o tomar decisiones

  • Desconectarse de sus propios deseos y necesidades

  • Ceder a lo que quiere el narcisista

  • Devaluar sus contribuciones

  • Obsesionarse en sus fallos o errores

  • Ignorar o dar excusas por las acciones del narcisista

  • Girar sus ruedas tratando de ganar el favor de narcisista

  • Obsesionarse sobre cómo hacer feliz el narcisista

  • Idealizar el narcisista (Eldora Rosales, 2017), en:


No había una sola persona cercana a mi (familia y amigos muy cercanos ) que me dejara de mencionar mi falta de energía se me notaba, me decían que se había apagado mi luz, que cuando yo estaba con él era otra persona, callada, miedosa, y siempre tratando de complacerlo, jamás les hice caso, pues yo ya enferma de codependencia vivía en negación absoluta.


Aun a pesar de lo que el terapeuta me había advertido, permanecí junto a él un mes más hasta aquel día, que el valor me estremeció y grité, grité tan fuerte que lo vencí…

Nunca dejé mi terapia, seguí yendo, pues tenía que trabajar en dos cosas bien dolorosa aceptar que había sido abusada emocionalmente durante 4 largos años y aceptarme codependiente.


Hoy escribo esto sabiendo que seguramente hay alguien que se pueda identificar con mi historia, y quiero decirte que no estás loca, ni eres ridícula, ni eres fea o tonta, y claro que puedes realizar todo lo que te propongas, que no tengas miedo, que grites, que huyas, que te liberes y trabajes en ti para aprender a amar por primera vez en tu vida. Pues ese primer amor se llama AMOR PROPIO. Que el amor no duele y que si duele, no es amor.


Vas a estar bien.




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